En las últimas décadas la salud de la población se ha ido mermando con el paso del tiempo. Cada vez hay más y más enfermos, y cada vez más las personas jóvenes las que se suman a la lista de pluripatológicos: cáncer, diabetes, ictus, infartos cardíacos, obesidad... son las epidemias del siglo XXI.
El objetivo de este post es recopilar una serie de alimentos o sustancias añadidas que son reconocidamente perjudiciales para nuestra salud, y que además están en el punto de mira como impulsores de todo abanico de enfermedades.
Azúcares refinados
Uno de los mayores problemas alimentarios que vivimos en los últimos años es el consumo y abuso de los alimentos ricos en hidratos de carbono refinados. Cereales como la harina blanca, el pan blanco, pasta blanca, el arroz blanco, azúcares, chocolates, chucherías, bollería industrial... etc.
La glucosa es la fuente de energía de las células cancerígenas. Entonces, si mantenemos nuestra glucemia (glucosa en sangre) en un rango óptimo y con unos niveles de insulina adecuados, tendremos un as en la manga para luchar contra el cáncer. Y no sólo eso, ganaremos en salud también manteniendo un peso adecuado, evitando enfermedades cardiovasculares, diabetes, síndrome metabólico, hipercolesterolemia... Es increíble todo lo que podemos evitar simplemente reduciendo el consumo de estos alimentos, que sólo implican calorías vacías y escaso valor nutricional.
Grasas hidrogenadas
No todas las grasas son iguales. Si bien hay otras muy saludables, las trans o hidrogenadas son las que debemos evitar a toda costa. Estas grasas se obtienen de otras que de por sí son inocuas, pero que sufren un proceso de calentamiento a altas temperaturas en presencia de hidrógeno y otros catalizadores metálicos. Con ello lo que se pretende es aumentar la vida útil del aceite, y por tanto, del alimento que lo contiene. Algo que parece muy valioso para la industria alimentaria, ¿verdad? Pero que sin embargo perjudica notablemente nuestra salud, no sólo siendo responsables de procesos cancerígenos, sino también cardiovasculares, interrupción de las rutas metabólicas endocrinas, digestivas, neurólogicas...
Por otro lado, las grasas hidrogenadas se forman muchas veces a la hora de freír alimentos. Cuando los alimentos que contienen almidón (como las patatas) se someten a altas temperaturas se forman las acrilamidas, sustancias que también se han relacionado con el desarrollo del cáncer.
Nitritos y nitratos
Si alguna vez os habéis parado a leer la etiqueta de algunas carnes procesadas o embutidos, seguramente os hayáis encontrado con estos componenentes. Son sustancias que se usan como conservantes, y que además aportan un color rosado a la carne. Los nitritos/nitratos en sí no son el problema, si no que, cuando se digieren, se transforman en unos metabolitos llamado nitrosaminas, que son unos conocidos carcinógenos.
Edulcorantes artificiales
En la lucha por huir del azúcar, se ha llegado a la popularización de los edulcorantes artificiales: ciclamato, sacarina, aspartamo, sucralosa... pero, ¿es peor el remedio que la enfermedad? Estas sustancias se han relacionado en múltiples estudios con neurotoxicidad, disrupción hormonal, inflamación, cáncer, osteoporosis... e incluso relación con aquello que queremos evitar cuando los consumimos: diabetes, obesidad o síndrome metabólico. Se ha extendido tanto su uso que ahora están en los productos más insospechados, hasta en la pasta de dientes...
Aditivos
¿No te ha pasado alguna vez que al leer una etiqueta de algún alimento, parece que estés en una clase de química orgánica, con nombres larguísimos e impronunciables? Ante una lista con nombres "raros" y con múltiples "E"s seguidas de números, desecha ese producto. Generalmente son sustancias artificiales que se usan para prolongar la duración de los alimentos, aumentar su sabor (ahí entra el omnipresente glutamato monosódico, que da para un post enterito), dar color, textura... vamos, son todo un cóctel de sustancias para diseñar un alimento al gusto del consumidor, para que sea más apetecible al paladar y a la vista. Esto sin embargo suele reñirse con la calidad nutricional del producto. Mejor escoge alimentos de ingredientes simples, que entiendas. Alimentos sin aditivos. Tu salud te lo agradecerá.
Entonces, ¿qué debes incluir en tu lista de la compra?
- Productos frescos en su mayoría, mejor de procedencia orgánica, y aquellos que no han sido procesados o sometidos a un proceso de industrialización. Cuando tengas un producto en la mano, piensa: ¿podría prepararlo yo fácilmente en casa? Si la respuesta es no, vuelve a dejarlo en la estantería del supermercado.
- Consume grasas saludables, como las omega3 y otros ácidos esenciales saludables.
- Haz ejercicio regular. Ayuda a mantener tus niveles de glucosa en sangre estables y mejora la sensibilidad de tus células a la insulina producida por el páncreas.
- Que en tu dieta no falten los oligoelementos y vitaminas. Son especialmente importantes la vitamina C, por su acción antioxidante, y la D, que además es una hormona con importantes acciones metabólicas y anticancerígena.
- Si necesitas endulzar alguno de los alimentos que consumes, opta por la estevia.
- Hidrátate correctamente. Bebe agua.
- Huye de los tóxicos no sólo en los alimentos, sino también los cosméticos, productos de aseo, de limpieza del hogar, el tabaco...
Porque la salud, hoy más que nunca, entra por la boca.